Divorciados ya mis padres, en 1987,  recibo la segunda lección, nuevamente  de mi madre : despreocuparse  de  las obligaciones  porque siempre habrá  un idiota  que se haga cargo:  enfermo, con dolores abdominales  mi madre 

me dejó en horas de la mañana en lapuerta de la casa de mi padre, como un paquete.

    Él me llevó al Sanatorio Mayo, dónde fuí 

operado de apendicitis, y   durante toda la noche  fué  el que me cuidó   y   el único  presente. 

 A los dos días fuí  dado de alta  y en su casa hizo una pequeña reunión para mis amigos.

    

Meses después y cansado de la vida de mi madre, pedí refugio a mi padre, con quien ya vivía desde hacía  meses mi hermano menor,  y   adaptó como mi dormitorio  parte de su living. Desde entonces y hasta mi casamiento,5 años después, recibí su afecto, su hospitalidad,  su apoyo en mis estudios,  con  mis  amigos  y  compañeros. 

Aún conserva el viejo Renault 18, del año 1983, porque en lugar de cambiarlo prefirió  prestarles  el dinero que tenía,  a sus hijos para que lo estafáramos, negándoselo cuando lo necesitara, a pesar de las promesas que le hicimos.

 

Durante mi convivencia  con mi padre me dí cuenta  que por su caracter protector y recto sería presa fácil de mis maquinaciones en el futuro.

Así  me ingenié para que nos deleitara a mí y  mis compañeros de estudio, con  sus platos  que nos alcanzaba diariamente al departamento de éstos y  cuando decidí casarme

 y ante la falta de disposición de mi suegro que no movió un dedo ni aportó un peso, mi padre durante días  preparó  el menú    para  más de 100 personas,  y en pleno verano  cocinó todo, dejando de lado prácticamente todas sus obligaciones.

Recuperó el espacio físico de su living  pero me  facilitó parte de sus  muebles  para mi nuevo hogar.